“Hacer” es una cuestión de grados y trabajo la arquitectura como un fenómeno de campo. Opero con sus dinámicas espaciales más desapercibidas para entender las fuerzas que la movilizan. Me intereso por aquellas energías tangenciales y reactivas que expresan lo inmaterial de los trayectos. Funciones y flujos en el límite de la significación que revelen el pensamiento encerrado en la materia y en su transformación.

Una práctica que apunta hacia una arquitectura de “casi nadas” donde opero “dejando hacer”, a través de acciones y gestos mínimos. Intervenciones catalizadoras en el espacio que conciben el cuerpo humano como el principal fundamento arquitectónico.